lunes, 20 de septiembre de 2021

Paso a Paso: Pioz - Pozo de Guadalajara - Valderachas - Yebes - Valdeluz - Guadalajara

¿Qué encontrarás en esta entrada?
  • Crónica de mi excursión desde Pioz a Guadalajara.
  • Fotos del paseo.
  • Mapas del recorrido. 
 
El sábado pasado (18/09/2021) hice una interesante excursión desde Pioz hasta Guadalajara, pasando por algunos pueblos muy pintorescos. Hoy, vamos a ver el "paso a paso" de mi particular viaje mochilero.
 
En primer lugar, pedir disculpas por tardar unos días en redactarlo. Normalmente, me gusta tenerlo reciente para contarlo con el mayor detalle posible (sirva para ilustrarlo que suelo tardar lo mismo en escribir estas entradas que en recorrer los caminos que hago). Sin embargo, esta vez no me ha sido posible. Espero que no repercuta en el olvido de algo importante.


Arriba podéis ver la ruta de manera más visual, más "cinematográfica" (aviso: el reloj del widget de arriba marca dos horas antes del tiempo real) y, abajo, os la dejo en modo mapa, que creo que es más esquemático y sirve para entenderlo mejor.


La primera parada de mi viaje es Pioz. Ya hemos visto este municipio en el blog, se trata de un pequeño pueblo de Guadalajara, de menos de 4.500 habitantes, cuyo origen parece estar ligado a la repoblación tras "La Reconquista".
 
Perteneció al Común de Villa y Tierra de Guadalajara hasta 1428, momento en el que el rey Juan II de Castilla lo cedió como dote para su hermana, la infanta Catalina, la cual iba a casarse con el infante Enrique de Aragón. Sin embargo, dos años más tarde entran en disputa el rey y los infantes de Aragón, reclamando el primero de nuevo sus tierras, incluida Pioz, para dárselas a Íñigo López de Mendoza, más favorable a la corona. En 1445 nombran a éste Marqués de Santillana y en 1458 muere, dejando en testamento Pioz y El Pozo de Guadalajara a Pedro González de Mendoza, por entonces obispo de Sigüenza y que sería conocido en el futuro como "el Gran Cardenal Mendoza" o "el tercer rey" (durante el reinado de los Reyes Católicos).
 
El castillo se construye en 1469  y, años después, los territorios son cambiados a Álvar Gómez de Ciudad Real, secretario del rey, por una villa toledana. Los descendientes de Álvar mantienen el señorío hasta el s.XIX.

Sin duda, lo que más me impresiona de Pioz cuando llego allí en el bus 271 sobre las 12:20 es su castillo.




Si bien la joya de la corona en lo que se refiere a conservación de castillos en Madrid es el Castillo Nuevo de Manzanares el Real, éste de Pioz se le da en mi opinión un aire (salvando las diferencias: este es mucho más pequeño y está peor conservado). Pertenecieron ambos, no obstante, a los Mendoza y, para lo pequeño que es Pioz, impresiona que tengan un castillo en miniatura tan coqueto como el que tienen. Es visita obligada para todo el que pase por la zona.

Continúo por el Camino del Castillo y salgo del pueblo por el Camino de los Santos. Al tomar este camino me encuentro con varios murales que llaman mi atención y que le dan un aire más fresco a un pueblo como este.





Más adelante, del Camino de los Santos sale un desvío hacia el norte, un pequeño camino de tierra rodeado de campos, con unos pocos árboles salpicando el horizonte y el cielo azul con unas pocas nubes blancas de telón de fondo.





Esta parte del camino se me hace especialmente agradable por el paisaje que me acompaña. Estoy fresco porque acabo de salir y la temperatura ayuda, estando soleado pero sin demasiado calor en comparación con semanas anteriores. Son las 12:43, quizás he pasado demasiado tiempo en el castillo, pero merecía la pena, y ahora continúo mi viaje.

Sobre las 13:10 empiezo a entrar en Pozo de Guadalajara. Esta localidad, de unos 1.300 habitantes, comparte historia con Pioz, ya que pertenecía a las mismas tierras que fueron entregadas como dote a Enrique de Aragón y que, más tarde, le fueron arrebatadas para pasar a manos de los Mendoza. Su nombre probablemente provenga de su noria, un pozo que abastecía de agua potable a toda la zona.

La verdad es que mi primera impresión no es del todo buena. Salvo una urbanización que parece más nueva, creo que la zona sur no es la más bonita del municipio. Sin embargo, según voy más hacia el centro, me va gustando más, culminando en su iglesia. Pero no nos adelantemos: lo primero que hago es entrar por la Avenida de la Constitución. De ahí, voy a la Calle de la Picota, que culmina en ésta.



Como en otras localidades, supongo que la picota es un símbolo de la independencia judicial del pueblo. Esto encaja con que en el s.XVI recibiera el título de villazgo, ya que la picota es de la misma época.

También veo el cercano ayuntamiento.



Y, por último, la Iglesia de San Mateo Apóstol, uno de los cuatro ejemplos de iglesia romántico-mudéjar que se encuentran en Guadalajara. Su construcción es de la segunda mitad del s.XIII (de la cual conservan aún algunos elementos), aunque fue reformada en el s.XVI.



Sin duda, uno de los edificios más emblemáticos y de gran encanto del municipio.

Continúo mi viaje por la Calle Mayor y, tras la primera rotonda, me desvío por el camino que sale hacia el nordeste. El paisaje es similar al anterior: grandes extensiones de campo llano a ambos lados del camino de tierra. Son sobre las 13:40 y dos grandes pájaros sobrevuelan mi cabeza. Efectivamente, confirmo mis sospechas: se trata de dos buitres leonados de gran envergadura que patrullan los campos con ánimo de encontrar algo que echarse a la boca. Les hago fotos, pero no llevo el equipo adecuado, así que quedan regular.



Algo más adelante llego a una zona más sombría. Hay algo de barro, incluso algunos charcos, aunque no recuerdo que haya llovido desde hace una semana. Un bosquecillo a la derecha del camino proporciona abundante sombra. ¿Son encinas?, pero parecen unas encinas muy raras, más altas y, en vez de bellotas, tienen unas bolas con pinchos... ¡Son quejigos!, que muestran sus extrañas agallas (una respuesta tumoral del árbol a los insectos que, a su vez, utilizan los cinípidos como incubadora).




Son cerca de las 14:00 y encuentro un bloque de cemento en el que sentarse a la sombra del bosque de quejigos. No necesito más señales para saber que debo aprovechar para hacer una breve parada y comer. No tardo mucho y en seguida me pongo en marcha.

Llego a una bifurcación algo confusa, en el que hay un cartel entre dos caminos que prohíbe el paso, pero no me queda claro por dónde no se puede pasar. El cartel parece estar más ubicado en el camino de la izquierda, por lo que en principio me meto por el de la derecha. Sin embargo, el camino de la derecha se corta algo más adelante (tiene más pinta de ser privado) mientras que el de la izquierda, parece ser la comunicación natural entre Pozo de Guadalajara y Valdarachas, Además, ambos se comunican entre sí y no hay nada vallado, por lo que continúo sin saber muy bien si hago bien o mal.

Aquí el bosque de quejigos es más frondoso y lo atravieso hasta el barranco del Arroyo de la Vega de Valdarachas. Lo bajo entre las zonas de La Maraña y Cabeza Corral, un poco campo a través para contar con la sujeción que da la vegetación, ya que el camino alcanza una pendiente importante.
 
El paisaje que me recibe es de lo más bucólico: coloridos campos de girasoles y, al fondo Valdarachas, como un pueblo de cuento en mitad de una vega rodeado de barrancos.





Valdarachas es un pequeño municipio de Guadalajara, de menos de 40 habitantes. Casi no he podido encontrar nada sobre él: es un lugar anónimo perdido en el tiempo y creo que eso es parte de su belleza.
 
La Iglesia de San Sebastián es un bonito edificio construido en sillarejo y mampostería que data del s.XVII.




Su ayuntamiento ha sido regido por el mismo alcalde desde las primeras elecciones.

Son las 15:10 y salgo de Valdarachas por la Calle Eras. Un sendero que sale al final de la calle me conduce hacia lo alto del monte. Aunque no es un día muy caluroso (decía el tiempo que estaríamos a 25°), pasadas las tres de la tarde, con más de 10 Km a las espaldas y cuesta arriba, el calor se nota. Y es que son 170 m de altura en 2 Km de recorrido: no excesivamente empinado, pero lo suficiente para agotarte un poco bajo el sol. El último tramo es además algo pedregoso, lo que no ayuda a la comodidad del trayecto. Ya arriba del todo, me llama la atención una gran puerta de una finca en el llano que se extiende frente a mi.



A partir de aquí, el camino es más llano y me conduce, entre campos que me rodean, a Yebes. Son las 15:50.



Yebes es un municipio de Guadalajara con unos 4.200 habitantes (similar a los que tiene Pioz, y mayor que el de los otros pueblos que hemos pasado). De su ayuntamiento depende la Valdeluz, que veremos más adelante. Cuenta con el Centro Astronómico de Yebes (CAY), el mayor centro astronómico del Instituto Geográfico Nacional (IGN). Lástima que se desviase bastante de mi ruta, me hubiera gustado acercarme (yo uso sus mapas para hacer estas rutas).

En cuanto a su historia, parece que podría tener origen celtíbero (ya que se han encontrado restos arqueológicos de asentamientos en la zona). La etimología del nombre no está clara, pero aparece ya en los registros del s.XII, como parte del Alfoz y Tierra de Guadalajara. En 1432, al igual que Pioz y Pozo de Guadalajara dos años antes, el rey Juan II de Castilla cede Yebes a los Mendoza.
 
En la actualidad, ha experimentado un gran crecimiento poblacional gracias al polémico tema de la especulación inmobiliaria en relación a la creación de una estación del AVE en sus tierras (cerca de Valdeluz), lo que por una parte ha generado el abandono de mucha zona urbanizable al desinflarse la burbuja inmobiliaria (Valdeluz estaba ideada para 30.000 personas y se ha quedado con 3.500), pero por otra, ha atraído a más población joven, revitalizando la zona en contra de la inercia de "la España vaciada".

Lo primero que me llama la atención son algunas casas bajas, casi cuevas en algunos casos, que bien recuerdan a los agujeros hobbit.





Me adentro más en el pueblo hasta la zona del la iglesia y el ayuntamiento.





La Iglesia Parroquial de San Bartolomé es un edificio de estilo renacentista del s.XVI. Aunque no he encontrado información por ningún sitio, el cuerpo central parece destruido en algún momento y reconstruido con materiales más modernos (viéndose restos del muro original incompleto). Me recordó a la antigua Iglesia de Santa María en Alcalá de Henares, cuya torre estaba unida a la Capilla del Oidor hasta que en la Guerra Civil se destruyó el cuerpo central, habiendo ahora una plaza en su lugar. El ayuntamiento, en contraste, tiene una apariencia bastante moderna.

Son las 16:40 y me dispongo a abandonar Yebes por la carretera GU-205. A la altura de la primera rotonda, me encuentro con la fuente "El Rallar", una fuente de piedra porosa bastante vistosa, con una placa conmemorativa del 2006.



El siguiente medio kilómetro es un poco pesado, ya que desaparece la acera y el arcén, y la cuneta tiene bastante inclinación y con la maleza suficiente como para que sea muy incómodo ir andando por ella. Por fin, alcanzo el camino que sale hacia el norte, por el Cerro Quemado. Este camino me impresiona inicialmente por los campos de girasol, que tiñen todo el paisaje de amarillo.






Sin embargo, finalmente se me hace algo monótono al ser una línea recta interminable (5 Km) de paisaje muy similar y sin puntos de referencia muy distintivos. Viendo después las fotos, quizás el camino no estuviera tan mal, y es posible que mi percepción en este punto ya estuviera alterada por el constante ruido de lo que parecían ser disparos de cazadores cercanos, la fatiga, la falta de agua y el exceso de sol.

Son las 17:30 y ya estoy en Valdeluz. Valdeluz es una localidad de Guadalajara de unos 3.500 habitantes, en el término municipal de Yebes (depende, de hecho, de su ayuntamiento). Es de reciente creación (2006) y está tristemente asociada a la especulación inmobiliaria, como comentábamos anteriormente.

El camino, aquí, deja a la derecha la zona urbanizada mientras que, a la izquierda, hay campo, el acceso al Área Recreativa de Alcohete y, más tarde, el campo de golf. Por este tramo podemos ver algunos árboles identificados como "de interés local".



Pasadas las vías que llevan a la infame estación del AVE, llegamos a través de la Cañada de Alcohete a un bosquecillo de encinas, que pronto da paso a un camino más despejado entre campos de cultivo.



Al final, una especie de granja en ruinas muestra el inicio del descenso hacia Guadalajara. Se trata de un edificio abandonado con segmentación interna que parece diseñada para animales.



Tras bajar la empinada cuesta (190 m de descenso en 2 km de trayecto), llegamos a Guadalajara, entrando por la zona sur (Calle de Toledo).

Guadalajara es una ciudad de unos 90.000 habitantes, capital de la provincia que lleva su mismo nombre. Fue fundada por los árabes entre el s.VIII y s.IX. Su nombre inicial fue "madīnat al-Faray" (no se sabe si "Faray" era un nombre propio de algún gobernante, siendo su significado "Ciudad de Faray", o si es una referencia a "farallón", significando entonces algo así como "Ciudad del mirador de piedra"). Lo que parece más claro que es que luego tomó el nombre del río que la rodeaba, el Henares, al que los árabes llamaban "wād al-ḥaŷarah" (واد الحجرة o وادي الحجرة), castellanizado como "Guadalajara". También aquí hay dos teorías: que signifique "valle de piedra" (como referencia a las fortalezas de piedra que se levantaron por toda la zona) o "río de piedras" (haciendo referencia al escaso cauce del Henares). Este último parece concordar con el topónimo íbero Arriaca que anteriormente recibió la zona.

La ciudad pasa de manos árabes a cristianas al rededor de mediados del s.XI. En el s.XIV la familia Mendoza se instala en la zona, empezando a tener una gran influencia en todo el territorio y promoviendo su desarrollo. En 1460 el rey Enrique IV otorgó el título de ciudad a Guadalajara y en 1840, se convierte en capital de provincia.

No entraré en detalle de lo que se puede ver en Guadalajara, porque daría para abrir un blog entero al respecto, sólo dejaré constancia de que personalmente me gusta esta ciudad y creo que sus gentes son en general más amables y hospitalarias.

En definitiva: sigo todo recto ya como un zombie, con mis últimas fuerzas y sin una gota de agua. Calle de Toledo, Calle Virgen del Amparo, Calle Mayor (donde hago una muy necesaria parada en la Plaza Mayor para rellenar el agua en la fuente y me encuentro a todo el mundo de fiesta), Calle Miguel de Fluiters, Calle de Madrid, Paseo de la Estación y Calle de Francisco Artio, donde por fin llego a la estación.
 
Son las 19:40 y llego agotado tras unos 31 km y casi 7 horas y media de castillos, murales, iglesias de piedra, caminos al sol, quejigos con agallas llenas de avispas, girasoles... ¡incluso agujeros hobbit! Estoy deseando ver qué me depara la próxima salida.

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