Qué encontrarás en esta entrada?
- Ruta Alcalá de Henares - Torres de la Alameda - Pozuelo del Rey - Nuevo Baztán - Olmeda de las Fuentes.
- Crónica de la misma.
- Fotos del camino.
Como algunos de vosotros recordaréis - o no, debido a lo poco que actualizo el blog últimamente - en Astaroth's World tenemos una sección llamada "Paso a Paso", en la que voy contando algunas de las rutas que hago de manera detallada, describiendo los paisajes y mis sensaciones al recorrer sus caminos. Muchas de estas rutas han sido ida y vuelta a pueblos de la Alcarria de Alcalá desde mi casa.
La llamada "Comarca de Alcalá", es una división no oficial del territorio al este de la Comunidad de Madrid. Sin estar constatada por ningún organismo legal, son muchas las referencias a la misma por motivos históricos, aunque la no oficialidad de la misma lleva a la inclusión y exclusión de municipios según las fuentes y a variaciones en el uso del término. Se subdivide en dos subcomarcas naturales: la Alcarria de Alcalá y la Campiña del Henares, zonas que debido a su cercanía han sido escenarios de un gran número de mis rutas. Hasta ahora, de la parte de la Alcarria de Alcalá (y siguiendo el listado actual de la Wikipedia) hemos visitado:
- Los Santos de la Humosa (21/09/2013).
- Anchuelo (02/02/2014).
- Santorcaz* (06/09/2015).
- Villalbilla (31/05/2014).
- Valverde de Alcalá (31/05/2014).
- Torres de la Alameda (24/05/2014).
- Loeches (15/05/2015).
Todos estos lugares fueron alcanzados en rutas que partían de mi casa y acababan en la misma tras una jornada que solía oscilar entre los 20 y 30 Km de ruta circular (menos Santorcaz*, que partí desde Alcalá de Henares, pero no desde mi propia casa). Llegado a este punto, ya no me quedaban muchos más lugares que visitar que cumplieran tales condiciones, así que decidí que era momento de iniciar mi primera ruta lineal por la Alcarria de Alcalá. Esto significa que partiré igualmente desde mi casa, pero que finalizaré la ruta en el punto más alejado de la misma, recurriendo al transporte público para el regreso. Esto me permitirá, como veremos a continuación, alcanzar localidades mucho más alejadas.
Pueblos de esta ruta
Pozuelo del Rey
Pozuelo del Rey es un municipio de origen musulmán. En 1119 pasa a ser cristiano y se le empieza a conocer como "Pozuelo de Torres". Una teoría sobre el origen de su nombre es la escasez de agua (documentada en las "Relaciones Topográficas de Felipe II"), que podría haber obligado a los primeros cristianos que habitaron el municipio a recurrir a pozos domésticos para la obtención de este recurso. Durante algún tiempo dependió de la cercana Torres de la Alameda (de ahí su antiguo apellido "de Torres", que más tarde cambiaría por "del Rey"), dentro del Alfoz de Complutense.
Tuvo un notable crecimiento una vez obtuvo el título de villa, llegando a adquirir gran relevancia local. Sin embargo, en el s.XIX cayó en decadencia, a la que contribuyó el crecimiento de la industria cerámica en las localidades cercanas (de lo que ya hemos hablado en este blog).
En plena guerra civil, el municipio fue elegido para situar una estación del llamado "Ferrocarril de los cuarenta días", una línea estratégica para comunicar Madrid con el este construida por La Segunda República como respuesta a los tramos que iban siendo cortados por el bando nacional durante el conflicto.
Nuevo Baztán
Nuevo Baztán tiene su origen alrededor de 1709, y está ligada a la figura de Juan de Goyeneche y Gastón, navarro de nacimiento que, influenciado por las corrientes filosóficas y económicas de la Francia de la época (como el colbertismo o el racionalismo), fundó este municipio y promovió la industria en la zona, siendo motor de desarrollo de las localidades cercanas.
El nombre que le pone tiene origen en el valle que le vio nacer en Navarra, y su diseño urbanístico se basa en el reciente modelo de retículo ortogonal, con calles perfectamente alineadas.
Intentando evitar la dependencia extranjera, funda varias fábricas para proveer de manera interna las necesidades del país (vidrios, paños, sombreros, papel, etc.), y crea en Nuevo Baztán una colonia a repoblar diseñada por José Benito de Churriguera, cuyo corazón es el Palacio de Goyeneche.
Su declive está ligado a la fábrica de vidrio. La competencia extranjera bajó los precios y, junto con la escasez de madera (el principal recurso energético de esta industria), terminó no siendo rentable, lo que ocasionó su traslado y el abandono paulatino del municipio.
Olmeda de las Fuentes
No hay registros claros del origen de Olmeda de las Fuentes. Existen indicios arqueológicos de actividad en la zona en la edad de bronce, y referencias en documentos complutenses que datan del s.XII (aparece como aldea perteneciente a Alcalá de Henares en el Fuero Viejo, de 1135). En 1576 obtiene su independencia de la ciudad complutense tras el pago de unos 900.000 maravedíes a la corona, aunque después de esto fue revendida a varios señores a lo largo de su historia.
Uno de estos compradores fue Juan de Goyeneche y Gastón (en 1714, cuando la localidad se conocía como "Olmeda de la Cebolla") del cual acabamos de comentar el papel que jugó en la industrialización y auge económico y poblacional de la zona.
En 1953 cambia su nombre de "Olmeda de la Cebolla" al actual Olmeda de las Fuentes, y en los años 60's empieza a ser habitado por un gran número de pintores atraídos por la tranquilidad y paisajes de la zona.
El camino
Sin más dilaciones, paso a relatar el camino que he seguido. Empezaré dejando el mapa global para que sirva como referencia al resto del texto.
El primer tramo va desde el centro de Salesianos "Las Naves" hasta Torres de la Alameda. En esta primera parte caminaremos más ligeros en nuestro relato, puesto que hablamos con más detalle en su día.
Nuestra ruta comienza en el centro de Salesianos "Las Naves", a la salida del barrio Nueva Alcalá. Con la intención de tomar la Cuesta del Zulema, vamos hacia el parque "La Isla y El Val", y desde éste tomamos el puente de madera que se sustenta sobre los antiguos cimientos de piedra de su antecesor histórico. Tras esto, estamos frente al Cementerio Jardín, y girando hacia nuestra derecha, tomaremos la Cuesta del Zulema.
La Cuesta del Zumlema es una carretera de montaña que sube, en aproximadamente 1Km, más de 100m de altura (desde los 587 hasta los 693 más o menos). Este tramo se hace al principio por la cuneta de la carretera, pero en la parte más alta, en la que la carretera empieza a zigzaguear, se toman pequeños atajos en forma de angostos caminos de tierra en los laterales. Siendo una subida que cualquiera puede realizar, es cierto que es el tramo de mayor pendiente de la ruta, cosa que hará sudar a quien, como yo, no esté disfrutando de su mejor momento en cuanto a forma física.
En el momento de hacer esta excursión, el olor a basura proveniente del cercano vertedero es intenso, lo que no hace de esta etapa la parte más glamurosa de la ruta. No siempre ha sido así, pero es cierto que desde hace un par de años cada vez es más frecuente que los olores más desagradables se extiendan por las zonas cercanas arruinando el disfrute de las mismas.
Una vez arriba, el olor cesa y lo que se respira es un agradable aroma de tranquilidad que emana de las urbanizaciones al pie del Cerro del Viso. Son alrededor de las siete de la mañana de un caluroso sábado estival, y no parece que la gente tenga prisa por iniciar sus jornadas.
Saliendo de la zona de urbanizaciones entramos en la carretera la M-300. En su lateral este, hay un llamativo muro de hormigón y un camino por el que se puede avanzar cómodamente, sin ir por la cuneta de la carretera. Este camino desemboca en un parque (Corral de Yangües) donde nos llama la atención el gran número de conejos que salen despavoridos a nuestro paso. Más adelante, enlazamos con una vía pecuaria que nos pone en buen camino hacia Torres de la Alameda.
El camino ahora es harto agradable. El sol ha salido, pero no aprieta, y proporciona una luz cálida y oblicua, perpendicular a la dirección que sigue camino (que se recorre de norte a sur), ideal para la fotografía. Al fondo se ve Torres de la Alameda, delatada en la distancia por la torre de su iglesia. Al oeste, tierra de cultivos: algunos recientemente arados, otros muestran ya los frutos de ese trabajo. Al este, más campos, aunque éstos parecen más en desuso, con algunas malas hiervas. Tras estos, los imponentes cerros de Villalbilla dibujan el perfil del horizonte. Se oye al fondo el sonido de la carretera, pero da la sensación de estar inmerso en el campo. Con cada paso, conejos y pájaros salen de sus escondrijos para buscarse otros refugios más alejados del camino. Es quizás el momento más placentero de la excursión.
Pasada la línea del ferrocarril por un túnel practicado a tal fin, continuamos por este agradable camino hacia la zona de las fábricas de Torres de la Alameda.
Despertamos súbitamente de nuestro bucólico sueño campestre para toparnos con el primer indicio de actividad de Torres de la Alameda: las fábricas de la M-220. El sector primario da paso al secundario cuando el paisaje de campos de cereal se ve interrumpido por varias fábricas, tanto activas como en desuso. Llama la atención en esta parte la fábrica abandonada de cerámicas que tantas veces hemos retratado en el universo astarothista, y que dio origen a que nos preguntáramos en este blog el porqué de tanta fábrica de cerámica abandonada en la zona.
Llegados a este punto, sólo nos queda recorrer la M-220 hasta Torres de la Alameda, llegando a la primera parada de nuestro viaje.
Sobre las ocho y media de la mañana (dos horas después de mi salida) llego a Torres de la Alameda. Es un pueblo que he visitado con anterioridad, así que no me entretengo mucho en él. En un primer momento pensé incluso bordearlo, pero me parecía una falta de consideración no visitar su bonita Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora.
Hecho esto, sigo la calle Mayor hasta dejar el pueblo. Me despide de él una valla llena de pintadas y parto con la promesa de la suculenta cuesta hacia Pozuelo del Rey, la cual ya fue advertida en una primera revisión del perfil de altitudes de la ruta.
La subida entre Torres de la Alameda y Pozuelo del Rey (conocida como la Cuesta del Pozuelo) comienza suavemente con un camino que atraviesa un parque forestal. En este parque hay una zona de sombra con mesas y sillas, pero según avanzamos, el descuido del mantenimiento del lugar se hace patente, siendo estas mesas y bancos sepultados por la maleza, acompañados por carteles informativos ilegibles desde hace años.
Mientras la carretera M-224 sube de manera lineal, el camino paralelo que seguimos sube de manera mucho más lenta, habiendo cada vez más diferencia de nivel entre ambas. Finalmente esto hace que haya que recuperar esta altitud de forma más brusca. Dicho esto, y siendo el camino amplio y cómodo como es, no supone ninguna dificultad ir ganando altura (a diferencia de la más empinada Cuesta del Zulema). Durante esta subida vamos adquiriendo un elevado punto de visión que nos permite volver la vista atrás y disfrutar de unas vistas interesantes.
Una vez superados los 800m de altura, el nivel se mantiene estable. Seguimos el trazado de la M-224 en sentido de noroeste a sudeste. A la derecha, abundan los campos de olivos, que dan paso esporádicamente a algún campo de cereal. A la izquierda todos son campos de cereal.
Una vez superado el problema del cambio de cota, parecería que el camino fuera a ser de rosas, pero resulta ser en su lugar de asfalto, con pocas sombras, y el intenso calor de un día que casi llegará a los 40ºC no es el mejor de los aliados para esta batalla. Continuamos por la vía pecuaria que trascurre paralela a la carretera, pero está completamente expuesta al sol. Llama la atención la entrada a La Dehesa de Torres, marcada con dos grandes ánforas y un cartel de "prohibido el paso".
Pasada esta entrada, parece ser que a la zona se le conoce como El Cuarto Oscuro. Nada más paradójico debido a la solanera que impacta en esta parte del trayecto. La vía pecuaria que me sirviera de guía ahora es discontinua: aparece y desaparece, y en ocasiones se desvía perpendicular a la carretera que debo seguir. Al suroeste, como si fuera un espejismo debido al calor, se ven en la lejanía las torres de la Iglesia de Nuestra Señora del Castillo, en Campo Real (localidad que reservo para próximas salidas). Al frente al final aparece la torre de la iglesia de Pozuelo. Estamos llegando a nuestra siguiente parada.
Algo más tarde de las diez de la mañana llego a Pozuelo del Rey. Aquí hay varias cosas que ver. Pasado el cementerio, lo primero que nos encontramos en la entrada del pueblo es la Ermita de Nuestra Señora Virgen de la Cabeza.
Me la encuentro en obras, con su principal acceso cortado, por lo que al principio creo que me voy a tener que ir sin verla. Sin embargo, entrando por el pinar que la rodea llego finalmente hasta ella. De diseño sencillo (neoclásico-renacentista), y con evidentes signos de restauración, llama la atención el entorno en el que está situada, rodeada de pinos como un oasis entre el paisaje de áridos campos de cultivo que la rodean.
La Iglesia de Santo Domingo de Silos es el siguiente hito a visitar en Pozuelo del Rey. Con un diseño de transición gótico-rencentista, data del s.XVI. Llama la atención su nueva torre en ladrillo, que en mi opinión desentona un poco con el resto del edificio.
De camino a la estación de Pozuelo del Rey, paso a comprarme una botella de agua adicional, que más tarde veré que será de vital importancia. También veo una fuente de piedra con un abrevadero de 1906.
Finalmente, bajando hacia el sur un poco por la M-224, y girando al oeste por el primer camino de tierra que sale en esa dirección, encontramos no muy lejos la estación de Pozuelo del Rey.
Como comentábamos más arriba, esta estación data de la Guerra Civil, y fue la respuesta del gobierno republicano a los cortes que el bando nacional estaba produciendo en sus líneas de ferrocarril. La idea era crear nuevas conexiones entre líneas ferroviarias para restablecer las comunicaciones con lugares estratégicos. Estas reformas querían llevarse a cabo en un tiempo récord, lo cual proporcionó al proyecto el sobrenombre del "Ferrocarril de los cuarenta días", aunque finalmente las obras se alargaron bastante más.
Poco queda de la estación que ubicaran en Pozuelo del Rey para este propósito. Un pequeño apeadero destruido del que resultaría casi imposible adivinar su pasado si no lo conociéramos con anterioridad. Destaca la simplicidad de su diseño (como cabe esperar de un proyecto relámpago), y llama la atención su pequeño tamaño (que parece diseñado para refugiar a uno o dos operarios).
Regresamos a Pozuelo del Rey y continuamos hacia Nuevo Baztán. Para ello seguiremos la M-219, una carretera sin ninguna sombra, con poco arcén y cunetas estrechas llenas de ramajos por las que es difícil transitar. El paisaje esta compuesto por campos de cultivo, sin a penas ningún árbol. A medio camino, una residencia con una parada del 261 que consideré para regresar en caso de que las cosas se complicasen. Son sobre las once y media de la mañana y el calor es horrible. Si acaso encuentro un árbol cada mucho, aprovecho el refugio de su sombra para recobrar algo de aliento y beber agua.
Al fin llego a las urbanizaciones de Nuevo Baztán, y es un bálsamo recuperador debido a que hay aceras para caminar y árboles que acompañan el trayecto dotándolo de una generosa sombra.
Llama mi atención la puerta a la entrada de la urbanización Las Villas de Nuevo Baztán, de aspecto bastante solemne.
La recta final hacia Nuevo Baztán la hago por una especie de carril bici. Es más cómodo para andar que un arcén, pero sigue sin tener ni una sola sombra, y el calor que acumulo empieza a hacer su efecto: termino con los 2L de agua de mi botella original. Sólo me queda la botella que, por suerte, compré en Pozuelo del Rey, si no, a estas alturas estaría seco, teniendo que afrontar un caluroso camino sin una gota de agua.
Por otro lado, el camino entre las urbanizaciones y Nuevo Baztán es corto, y no tardo en estar en la tercera parada de mi ruta. A penas han pasado las doce y media de la mañana, siendo un poco más tarde de lo que tenía planeado.
Sin ninguna duda, el Palacio de Goyeneche es uno de los mayores atractivos de esta ruta. De estilo barroco, data del s.XVIII y, como comentábamos al inicio, fue residencia de Juan de Goyeneche y Gastón, fundador de Nuevo Baztán. Es un edificio realmente impresionante, que nos da la bienvenida según hacemos nuestra entrada por la Plaza de la Iglesia.
Nuevo Baztán trasmite una energía festiva a mi llegada. La gente está tomando algo en las terrazas mientras que músicos en directo amenizan el ambiente. Algunos pasan con curiosidad al patio trasero del palacio, donde por lo visto se están haciendo los preparativos para un festival de arte, que nos deja curiosas estampas.
Ya nos acercamos al final de la excursión. Dejo el buen rollo que se respiraba en Nuevo Baztán para continuar hasta Olmeda de las Fuentes, mi destino final. Para ello, tomo la Carretera Olmeda (M-219) hasta un poco más adelante, de donde sale hacia el este un camino de piedras con una pronunciada bajada (similar a la de la Cuesta del Zulema, pero en esta ocasión deberemos bajarla en lugar de subirla). La buena impresión que me ha ocasionado Nuevo Baztán ha hecho que me olvide de que mis fuerzas están bajo mínimos debido al calor (rozando ya los 40ºC). Bajar este camino de piedras me lo recuerda, con lo cual acabo buscando refugio en la sombra de un túnel algo más adelante. A 1Km de mi destino (eso sí, cuesta arriba), se me hace realmente difícil retomar la marcha. Finalmente, pasada la una y media y con síntomas de un posible golpe de calor, llego a Olmeda de las Fuentes.
Nuestra ruta comienza en el centro de Salesianos "Las Naves", a la salida del barrio Nueva Alcalá. Con la intención de tomar la Cuesta del Zulema, vamos hacia el parque "La Isla y El Val", y desde éste tomamos el puente de madera que se sustenta sobre los antiguos cimientos de piedra de su antecesor histórico. Tras esto, estamos frente al Cementerio Jardín, y girando hacia nuestra derecha, tomaremos la Cuesta del Zulema.
La Cuesta del Zumlema es una carretera de montaña que sube, en aproximadamente 1Km, más de 100m de altura (desde los 587 hasta los 693 más o menos). Este tramo se hace al principio por la cuneta de la carretera, pero en la parte más alta, en la que la carretera empieza a zigzaguear, se toman pequeños atajos en forma de angostos caminos de tierra en los laterales. Siendo una subida que cualquiera puede realizar, es cierto que es el tramo de mayor pendiente de la ruta, cosa que hará sudar a quien, como yo, no esté disfrutando de su mejor momento en cuanto a forma física.
Click para ampliar |
En el momento de hacer esta excursión, el olor a basura proveniente del cercano vertedero es intenso, lo que no hace de esta etapa la parte más glamurosa de la ruta. No siempre ha sido así, pero es cierto que desde hace un par de años cada vez es más frecuente que los olores más desagradables se extiendan por las zonas cercanas arruinando el disfrute de las mismas.
Una vez arriba, el olor cesa y lo que se respira es un agradable aroma de tranquilidad que emana de las urbanizaciones al pie del Cerro del Viso. Son alrededor de las siete de la mañana de un caluroso sábado estival, y no parece que la gente tenga prisa por iniciar sus jornadas.
Saliendo de la zona de urbanizaciones entramos en la carretera la M-300. En su lateral este, hay un llamativo muro de hormigón y un camino por el que se puede avanzar cómodamente, sin ir por la cuneta de la carretera. Este camino desemboca en un parque (Corral de Yangües) donde nos llama la atención el gran número de conejos que salen despavoridos a nuestro paso. Más adelante, enlazamos con una vía pecuaria que nos pone en buen camino hacia Torres de la Alameda.
El camino ahora es harto agradable. El sol ha salido, pero no aprieta, y proporciona una luz cálida y oblicua, perpendicular a la dirección que sigue camino (que se recorre de norte a sur), ideal para la fotografía. Al fondo se ve Torres de la Alameda, delatada en la distancia por la torre de su iglesia. Al oeste, tierra de cultivos: algunos recientemente arados, otros muestran ya los frutos de ese trabajo. Al este, más campos, aunque éstos parecen más en desuso, con algunas malas hiervas. Tras estos, los imponentes cerros de Villalbilla dibujan el perfil del horizonte. Se oye al fondo el sonido de la carretera, pero da la sensación de estar inmerso en el campo. Con cada paso, conejos y pájaros salen de sus escondrijos para buscarse otros refugios más alejados del camino. Es quizás el momento más placentero de la excursión.
Pasada la línea del ferrocarril por un túnel practicado a tal fin, continuamos por este agradable camino hacia la zona de las fábricas de Torres de la Alameda.
Despertamos súbitamente de nuestro bucólico sueño campestre para toparnos con el primer indicio de actividad de Torres de la Alameda: las fábricas de la M-220. El sector primario da paso al secundario cuando el paisaje de campos de cereal se ve interrumpido por varias fábricas, tanto activas como en desuso. Llama la atención en esta parte la fábrica abandonada de cerámicas que tantas veces hemos retratado en el universo astarothista, y que dio origen a que nos preguntáramos en este blog el porqué de tanta fábrica de cerámica abandonada en la zona.
Llegados a este punto, sólo nos queda recorrer la M-220 hasta Torres de la Alameda, llegando a la primera parada de nuestro viaje.
Sobre las ocho y media de la mañana (dos horas después de mi salida) llego a Torres de la Alameda. Es un pueblo que he visitado con anterioridad, así que no me entretengo mucho en él. En un primer momento pensé incluso bordearlo, pero me parecía una falta de consideración no visitar su bonita Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora.
Hecho esto, sigo la calle Mayor hasta dejar el pueblo. Me despide de él una valla llena de pintadas y parto con la promesa de la suculenta cuesta hacia Pozuelo del Rey, la cual ya fue advertida en una primera revisión del perfil de altitudes de la ruta.
La subida entre Torres de la Alameda y Pozuelo del Rey (conocida como la Cuesta del Pozuelo) comienza suavemente con un camino que atraviesa un parque forestal. En este parque hay una zona de sombra con mesas y sillas, pero según avanzamos, el descuido del mantenimiento del lugar se hace patente, siendo estas mesas y bancos sepultados por la maleza, acompañados por carteles informativos ilegibles desde hace años.
Tras la Cuesta del Zulema, la cuesta entre Torres y Pozuelo se postulaba como complicada, pero finalmente no lo fue en absoluto (click para ampliar) |
Mientras la carretera M-224 sube de manera lineal, el camino paralelo que seguimos sube de manera mucho más lenta, habiendo cada vez más diferencia de nivel entre ambas. Finalmente esto hace que haya que recuperar esta altitud de forma más brusca. Dicho esto, y siendo el camino amplio y cómodo como es, no supone ninguna dificultad ir ganando altura (a diferencia de la más empinada Cuesta del Zulema). Durante esta subida vamos adquiriendo un elevado punto de visión que nos permite volver la vista atrás y disfrutar de unas vistas interesantes.
Una vez superados los 800m de altura, el nivel se mantiene estable. Seguimos el trazado de la M-224 en sentido de noroeste a sudeste. A la derecha, abundan los campos de olivos, que dan paso esporádicamente a algún campo de cereal. A la izquierda todos son campos de cereal.
Olivos al suroeste de la M-224 |
Vista en sentido contrario a la marcha de la M-224 (a la izquierda olivos, a la derecha cereal) |
Campos al nordeste de la M-224 |
Una vez superado el problema del cambio de cota, parecería que el camino fuera a ser de rosas, pero resulta ser en su lugar de asfalto, con pocas sombras, y el intenso calor de un día que casi llegará a los 40ºC no es el mejor de los aliados para esta batalla. Continuamos por la vía pecuaria que trascurre paralela a la carretera, pero está completamente expuesta al sol. Llama la atención la entrada a La Dehesa de Torres, marcada con dos grandes ánforas y un cartel de "prohibido el paso".
Mapa en el que se muestra la ruta seguida entre Torres de la Alameda (al noroeste) y Pozuelo del Rey (al sureste). En él sale la Cuesta de Pozuelo, la Dehesa de Torres y el Cuarto Oscuro. |
Pasada esta entrada, parece ser que a la zona se le conoce como El Cuarto Oscuro. Nada más paradójico debido a la solanera que impacta en esta parte del trayecto. La vía pecuaria que me sirviera de guía ahora es discontinua: aparece y desaparece, y en ocasiones se desvía perpendicular a la carretera que debo seguir. Al suroeste, como si fuera un espejismo debido al calor, se ven en la lejanía las torres de la Iglesia de Nuestra Señora del Castillo, en Campo Real (localidad que reservo para próximas salidas). Al frente al final aparece la torre de la iglesia de Pozuelo. Estamos llegando a nuestra siguiente parada.
Esta no es el Ánfora de la Dehesa de Torres, pero hay varias parecidas a lo largo de este camino |
Algo más tarde de las diez de la mañana llego a Pozuelo del Rey. Aquí hay varias cosas que ver. Pasado el cementerio, lo primero que nos encontramos en la entrada del pueblo es la Ermita de Nuestra Señora Virgen de la Cabeza.
Me la encuentro en obras, con su principal acceso cortado, por lo que al principio creo que me voy a tener que ir sin verla. Sin embargo, entrando por el pinar que la rodea llego finalmente hasta ella. De diseño sencillo (neoclásico-renacentista), y con evidentes signos de restauración, llama la atención el entorno en el que está situada, rodeada de pinos como un oasis entre el paisaje de áridos campos de cultivo que la rodean.
La Iglesia de Santo Domingo de Silos es el siguiente hito a visitar en Pozuelo del Rey. Con un diseño de transición gótico-rencentista, data del s.XVI. Llama la atención su nueva torre en ladrillo, que en mi opinión desentona un poco con el resto del edificio.
De camino a la estación de Pozuelo del Rey, paso a comprarme una botella de agua adicional, que más tarde veré que será de vital importancia. También veo una fuente de piedra con un abrevadero de 1906.
Finalmente, bajando hacia el sur un poco por la M-224, y girando al oeste por el primer camino de tierra que sale en esa dirección, encontramos no muy lejos la estación de Pozuelo del Rey.
Como comentábamos más arriba, esta estación data de la Guerra Civil, y fue la respuesta del gobierno republicano a los cortes que el bando nacional estaba produciendo en sus líneas de ferrocarril. La idea era crear nuevas conexiones entre líneas ferroviarias para restablecer las comunicaciones con lugares estratégicos. Estas reformas querían llevarse a cabo en un tiempo récord, lo cual proporcionó al proyecto el sobrenombre del "Ferrocarril de los cuarenta días", aunque finalmente las obras se alargaron bastante más.
Poco queda de la estación que ubicaran en Pozuelo del Rey para este propósito. Un pequeño apeadero destruido del que resultaría casi imposible adivinar su pasado si no lo conociéramos con anterioridad. Destaca la simplicidad de su diseño (como cabe esperar de un proyecto relámpago), y llama la atención su pequeño tamaño (que parece diseñado para refugiar a uno o dos operarios).
Regresamos a Pozuelo del Rey y continuamos hacia Nuevo Baztán. Para ello seguiremos la M-219, una carretera sin ninguna sombra, con poco arcén y cunetas estrechas llenas de ramajos por las que es difícil transitar. El paisaje esta compuesto por campos de cultivo, sin a penas ningún árbol. A medio camino, una residencia con una parada del 261 que consideré para regresar en caso de que las cosas se complicasen. Son sobre las once y media de la mañana y el calor es horrible. Si acaso encuentro un árbol cada mucho, aprovecho el refugio de su sombra para recobrar algo de aliento y beber agua.
Mapa con el trayecto desde Pozuelo del Rey hasta Nuevo Baztán, donde se marca el autobús de la residencia y mi paso por las urbanizaciones de Nuevo Baztán |
Al fin llego a las urbanizaciones de Nuevo Baztán, y es un bálsamo recuperador debido a que hay aceras para caminar y árboles que acompañan el trayecto dotándolo de una generosa sombra.
Llama mi atención la puerta a la entrada de la urbanización Las Villas de Nuevo Baztán, de aspecto bastante solemne.
La recta final hacia Nuevo Baztán la hago por una especie de carril bici. Es más cómodo para andar que un arcén, pero sigue sin tener ni una sola sombra, y el calor que acumulo empieza a hacer su efecto: termino con los 2L de agua de mi botella original. Sólo me queda la botella que, por suerte, compré en Pozuelo del Rey, si no, a estas alturas estaría seco, teniendo que afrontar un caluroso camino sin una gota de agua.
Por otro lado, el camino entre las urbanizaciones y Nuevo Baztán es corto, y no tardo en estar en la tercera parada de mi ruta. A penas han pasado las doce y media de la mañana, siendo un poco más tarde de lo que tenía planeado.
Sin ninguna duda, el Palacio de Goyeneche es uno de los mayores atractivos de esta ruta. De estilo barroco, data del s.XVIII y, como comentábamos al inicio, fue residencia de Juan de Goyeneche y Gastón, fundador de Nuevo Baztán. Es un edificio realmente impresionante, que nos da la bienvenida según hacemos nuestra entrada por la Plaza de la Iglesia.
Nuevo Baztán trasmite una energía festiva a mi llegada. La gente está tomando algo en las terrazas mientras que músicos en directo amenizan el ambiente. Algunos pasan con curiosidad al patio trasero del palacio, donde por lo visto se están haciendo los preparativos para un festival de arte, que nos deja curiosas estampas.
Ya nos acercamos al final de la excursión. Dejo el buen rollo que se respiraba en Nuevo Baztán para continuar hasta Olmeda de las Fuentes, mi destino final. Para ello, tomo la Carretera Olmeda (M-219) hasta un poco más adelante, de donde sale hacia el este un camino de piedras con una pronunciada bajada (similar a la de la Cuesta del Zulema, pero en esta ocasión deberemos bajarla en lugar de subirla). La buena impresión que me ha ocasionado Nuevo Baztán ha hecho que me olvide de que mis fuerzas están bajo mínimos debido al calor (rozando ya los 40ºC). Bajar este camino de piedras me lo recuerda, con lo cual acabo buscando refugio en la sombra de un túnel algo más adelante. A 1Km de mi destino (eso sí, cuesta arriba), se me hace realmente difícil retomar la marcha. Finalmente, pasada la una y media y con síntomas de un posible golpe de calor, llego a Olmeda de las Fuentes.
Debido a mi estado, me temo que no pude disfrutar el pueblo como me hubiera gustado, pero sí me llamó la atención sus radiantes casas blancas.
Finalicé mi visita en la conocida como Fuente del Suso.
Después de ello, cogí el bus 261, cuya parada está muy cercana a esta fuente y que comunica cómodamente todos estos pueblos con Torrejón de Ardoz y Madrid, finalizando así una ruta de algo más de 25Km por la Alcarria de Alcalá, que me ha llevado a conocer tres de los miembros que aún tenía pendientes. Una ruta que sin los efectos del calor no presentaría especial dificultad, pero que también abusa de los siempre menos agradables tramos de carretera.
Después de ello, cogí el bus 261, cuya parada está muy cercana a esta fuente y que comunica cómodamente todos estos pueblos con Torrejón de Ardoz y Madrid, finalizando así una ruta de algo más de 25Km por la Alcarria de Alcalá, que me ha llevado a conocer tres de los miembros que aún tenía pendientes. Una ruta que sin los efectos del calor no presentaría especial dificultad, pero que también abusa de los siempre menos agradables tramos de carretera.
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